Quienes ignoran la historia están condenados a repetirla, dice un viejo adagio. Más grave es que la historia de una sociedad sea ignorada por sus intelectuales, por quienes tienen voz pública. En ese caso, empujan a sus conciudadanos por el despeñadero de un desconocimiento que tiene graves consecuencias cívicas.
Xavier Martínez Celorrio ha firmado recientemente, como Profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona, un artículo sobre el pueblo gitano titulado “Violencia eterna entre linajes” que, aunque hace alusión a la historia, ignora la investigación historiográfica existente: son ya bastantes los trabajos hechos desde universidades europeas y americanas que muestran cómo las comunidades romaníes del mundo han servido históricamente a las sociedades mayoritarias para construir una imagen del “otro” con la que reforzar sus propias normas y modelos. Un contra-espejo útil para marcar los límites de la autollamada civilización, para instruir en lo que se debe ser y lo que no se debe ser; un discurso y unas representaciones que han castigado secularmente a sus protagonistas involuntarios.