Nuestra compañera Carolina García Sanz coordinó el panel “Ethnicity, Identity Politics and Social Movements. A History of Transnational Encounters in the XXth Century” que tuvo lugar el 15 de abril, presidido por Ivan Kosnica (Universidad de Zagreb). Las distintas intervenciones de investigadoras del proyecto, María Sierra, Jennifer Illuzzi, Rocío Velasco y Begoña Barrera exploraron cómo se ha construido históricamente el concepto de minoría étnica en el marco del Estado-nación moderno en el siglo XX y, al mismo tiempo, cómo los grupos minoritarios han contribuido significativamente al enriquecimiento y desarrollo de los espacios públicos nacionales a partir de identidades políticas transnacionales. Nuestras compañeras presentaron estudios de caso investigados, enfatizando áreas de agencia política y social, así como la influencia cultural de estas minorías en las sociedades mayoritarias, centrándose también en las historias de vida. Estas investigaciones desarrolladas en el marco de EtniXX aportan nuevos conocimientos sobre las diferentes formas en que las minorías estigmatizadas han interactuado transnacionalmente con las mayorías. Las campañas políticas y sociales desplegadas por grupos subrepresentados en este contexto revelaron prácticas liminales de “ciudadanía posnacional”, destinadas a desmantelar la construcción excluyente del estatus nacional y los derechos basados en la identidad étnica mayoritaria tras el colonialismo y las dos guerras mundiales.
Dejamos aquí el resumen de las presentaciones, debatidas en este foro internacional, producto de las investigaciones realizadas en el marco de nuestro proyecto.
Begoña Barrera abrió el panel exponiendo el trabajo titulado “Tsiganes and Tsiganologues. The “Civilizing Project” and the Emergence of the Roma Movement in Postwar France”. En su presentación, Begoña contextualizó la llamada “cuestión Tsigane” en la Francia posterior a la Segunda Guerra Mundial, confrontando las dos definiciones y proyectos más importantes que se desarrollaron durante este período: por un lado, el de los poderes oficiales (gobierno e instituciones públicas en alianza con organismos privados), que consideraban a los tsiganes como una población de menor estado de civilización y, en consecuencia, se vieron a sí mismos como "expertos", "amigos" y tutores de los Tsiganes, en su proceso de integración en la sociedad mayoritaria; por otro lado, la del movimiento que reunió a representantes de individuos que se consideraban Tsiganes y ofreció una respuesta al paternalismo de los llamados “expertos” y “amigos”. Nuestra compañera concluyó que, contrariamente a la interpretación dicotómica y simplista que la literatura ha dado a la naturaleza y la conexión entre los poderes públicos y el movimiento romaní francés, el contacto entre ellos implicó tensiones, conflictos y enfoques que potenciaron la pluralidad de ambos actores.
A continuación, siguiendo con el programa, intervino Carolina García Sanz que, además de coordinar el panel presentaba un trabajo sobre Canadá. Con el título “Romani Struggle for Recognition and the Red Power Movement in 20th Century Canadian History”, Carolina abordó la negociación que se abrió sobre las lógicas de dominación del espacio público en el Canadá del siglo pasado. La militancia comprometida en favor de los derechos civiles de movimientos radicales de izquierda influidos por el Black Power Movement y la irrupción de la violencia en el escenario político, con el Front de libération du Québec, sirvieron de contexto a la irrupción del movimiento romaní, visto como excéntrico en esa lucha nacional y con la carga adicional que les asignaba un estatus de segunda clase a sus activistas. La percepción común de que los romaníes eran un grupo de inmigrantes en contraste con otros grupos extremadamente marginados como los pueblos aborígenes nativos, influyó en las respuestas a su discriminación pública. La investigación de Carolina puso de manifiesto la importancia de la exploración de diferentes historias de vida romaníes y sus formas de representar la rebelión contra los límites étnicos internos del estado nación canadiense, abordando aspectos ideológicos, sociales e institucionales. Además, insistió en el grado en que los activistas romaníes se resistieron a una descripción racial de la nación que, como hicieron los "primeros" canadienses, haría estallar por completo la autoimagen canadiense de una sociedad multicultural en el siglo XX. Su estudio de caso nos acercó a los compromisos civiles menos conocidos en el contexto contracultural canadiense. Sus conclusiones no solo revelaron la historia silenciada de la agencia romaní para sobrevivir a la marginación extrema, sino también su valiosa contribución a la transformación de los entornos políticos y sociales encontrando aliados estratégicos contra la llamada “canadización blanca”.
Nuestra compañera Jennifer Illuzzi presentó su investigación sobre “The Catholic Church and Italian Romanies after World War II”. En ella, Jennifer abordó las características del movimiento creciente dentro de la Iglesia Católica que, después de la II Guerra Mundial, buscó llegar a las comunidades romaníes, particularmente siguiendo los esfuerzos de conversión de La Vie et Lumière, un grupo evangélico que comenzó en Francia en 1954. Nuestra compañera se centró en cómo la Unión de Mujeres Católicas tuvo que hacer frente a las contradicciones y tensiones de la 'modernidad' católica en su trabajo con las poblaciones romaníes. Las mujeres que trabajaban dentro de la jerarquía católica se encontraron haciendo lo que consideraban un trabajo "caritativo" sobre el terreno, convirtiendo a las comunidades "nómadas", mientras chocaban con las estructuras de poder patriarcales dentro de la Iglesia Católica. El proyecto evangelizador, también descrito en la revista Lacio Drom, fundada por el P. Nicolini y Mirella Karpati en 1965, traza los límites de lo que Hannah Arendt denominó “pensamiento representativo”. Si bien el enfoque permitió que aquellos que se relacionaban con la comunidad romaní italiana trataran de comprender su situación desde adentro, también condujo al paternalismo, ya que alentó a los grupos dominantes a asumir que podían comprender las necesidades de aquellos a quienes servían sin involucrarlos realmente en profundidad. Para Jennifer Illuzzi, las repercusiones a largo plazo de este enfoque han sido claras en las continuas luchas de la Iglesia Católica para comprometerse de manera significativa con las comunidades romaníes italiana y europea.
La otra investigadora principal del proyecto, María Sierra, presentó un trabajo titulado “ ‘We Roms’: a Case Study of Holocaust Memory, Ethnic Identity and Political Provocation in the Post-World War II”. María partiendo de la figura del escritor holandés Nico Rost, uno de los primeros promotores de la memoria pública del Holocausto, enlazó sus esfuerzos con los de Ionel Rotaru, un refugiado rumano en París que fundó la Communauté Mondiale Gitane y fue pionero en el reconocimiento del genocidio romaní. Sus iniciativas llevaron a Rost a escribir sobre el maltrato de los romaníes como víctimas de segunda clase del Holocausto y a defender sus derechos. A través de sus conexiones, María Sierra se adentró en el proyecto político desarrollado por Rotaru buscando abrir un espacio transnacional que garantizara la existencia cívica y los derechos de los romaníes en la Europa posnazi. Rotaru resignificó la idea de Romanestan, tanto con la experiencia del genocidio durante la guerra como con la experiencia del persistente antigitanismo en los años 60 y 70. Su legado permite reflexionar sobre el valor de la imaginación política en la construcción de la identidad étnica romaní moderna.
Por último, nuestra compañera Rocío Velasco introdujo otro de los casos de estudio de nuestro proyecto, con una comunicación titulada “Embracing Moroccan Otherness? Representations of Moorish Identity in Spanish Colonial Ideology”. Con ella, Rocío analizó los discursos y representaciones identitarias generadas en torno al “moro” durante el protectorado marroquí y su relación con la propia identidad española. Su hipótesis de partida fue que el protectorado consolidó una visión ambivalente del “moro” que oscila entre la alteridad y la fraternidad, ambas entendidas en términos de subalternidad, como es característico en la percepción del sujeto colonizado. Para ello, ejemplificó a través del semanario ilustrado Vida Marroquí las diferentes representaciones visuales y textuales de los hombres y mujeres marroquíes. Muchos de los rasgos identitarios atribuidos a estos "moros" perviven en el imaginario colectivo español actual.