Las imágenes más “inocentes” son a veces las más peligrosas.
Eso podría afirmarse a propósito de los cuentos infantiles que a lo largo de muchos años han venido empleando a personajes tomados del mundo gitano para adoctrinar a los niños con el objetivo de enseñarles a ser obedientes. Durante los siglos XVIII, XIX y XX, una parte de la pedagogía orientada a infundir los valores de la cultura oficial y de la disciplina familiar se ejerció a través de historias en las que frecuentemente los niños rebeldes -esos que se habían aventurado a desobedecer a sus padres y abandonar la comodidad de sus hogares- acababan siendo robados por bandas de gitanos que les hacían desaparecer de la noche a la mañana.