“(…) they are very passionate, and have quick temper. I have seen two Gypsies ready to spring at each other like wolves -and an instant later the arms that were extended to strangle would be about each other’s neck in an embrace (…); their keen sensibility and complete self-expression is that of the child and the artist”.
Quien así hablaba sobre los gitanos españoles era Irving Brown, un viajero norteamericano que los admiró y persiguió por los caminos de España en la década de 1920 (Nights And Days On The Gypsy Trail: Through Andalusia And On Other Mediterranean Shores. New York & London: Harper and Brothers Publisher, 1922). Su gitanofilia era tan intensa, que se ocupó de morenearse al sol de los Estados Unidos antes de viajar a España, convencido de que así tendría más oportunidades de ser reconocido como “primo” al encontrarse con aquellos cuya pista seguía.