El día 16 de mayo se ha consolidado como símbolo internacional de la resistencia organizada al interior de los campos de exterminio que instauró el régimen nazi en la Europa ocupada.
Desde el pasado lunes, y a lo largo de toda la semana, diferentes capitales como Berlín, París, Londres, Nueva York, Madrid, Budapest, Cracovia, Bucarest, Praga o Bruselas, acogieron numerosas actividades conmemorativas de la insurrección gitana que tuvo lugar el 16 de mayo de 1944 en la sección BIIe de Auschwitz-Birkenau, también conocida como Zigeunerfamilienlager (campamento de la familia gitana). Este episodio de sublevación refleja la solidaridad y la rebeldía inherentes a la dignidad humana, que se resiste a ser aplastada por la bota de la violencia y la barbarie, incluso en condiciones de lucha en las que se parte de una incuestionable situación de desventaja.
En los días previos a la rebelión, la red de resistencia interna de Auschwitz-Birkenau avisó a los líderes del campamento gitano del plan que tenían los guardias de las SS: ejecutar la solución final a las familias gitanas en la noche del 16 de mayo. Cuando los guardias de las SS se dispusieron a liquidar la sección BIIe, se encontraron con las familias gitanas armadas con piedras y herramientas de trabajo. Organizadas como una milicia, tras las barricadas que habían construido al interior del módulo común que compartían hombres, mujeres, ancianos y niños, las familias gitanas se habían preparado para resistir y luchar hasta las últimas consecuencias. Como resultado de la insurrección, los guardias se vieron obligados a abortar la siniestra operación que tenían previsto ejecutar esa misma noche. Mas sin embargo, el 2 de agosto de 1944, los esbirros de Himmler acabarían cumpliendo su plan de exterminar a las familias gitanas de la sección BIIe de Auschwitz-Birkenau.